Tuesday, November 27, 2012

0 Creepy-Pastas VII


Hola amigos de mundoweb2.1!. Les traigo una septima entrega de Creepy-Pastas, asi que ojala y las disfruten.

Pero antes:

Creepy-Pastas I

Creepy-Pastas II

Creepy-Pastas III

Creepy-Pastas IV

Creepy-Pastas V

Creepy-Pasta Redaccion Propia

Creepy-Pastas VI

Ahora si comenzemos!

Luna Pálida



En la última década y media se ha vuelto infinitamente más fácil obtener exactamente lo que se busca con sólo un par de tecleos. Internet ha simplificado demasiado el uso de un ordenador para cambiar la realidad. Un vergel de información está a sólo un motor de búsqueda de distancia, hasta el punto de que es difícil imaginar una vida diferente.

Sin embargo, hace una generación, cuando las palabras Streaming y Torrent no tenían sentido salvo en conversaciones sobre agua, la gente se veía cara a cara para formar grupos de intercambio de software, cambiando aplicaciones y juegos en diskettes de 5″¼.

Por supuesto, la mayoría de encuentros eran un medio para que los individuos hicieran intercambios frugales entre ellos de juegos como King's Quest o Maniac Mansion. Sin embargo, una serie de talentos nacientes de la programación diseñaron juegos para distribuirlos entre sus círculos de contactos, que a su vez los irían pasando hasta que, si era lo bastante divertido y estaba bien diseñado, un juego independiente acababa encontrando un lugar en las colecciones de aficionados de todo el país. Pensad en ello como el equivalente a los videos virales en los años 80.

Luna Pálida, por otra parte, nunca salió del área de la bahía de San Francisco. Todas las copias conocidas se han perdido hace tiempo, todos los ordenadores que lo ejecutaron se encuentran enterrados bajo capas de basura y poliestireno. Este hecho se atribuye a un número de abstrusas decisiones de diseño tomadas por su programador.

Luna Pálida era una aventura textual al estilo de Zork and the Lurking Horror, en una época en la que este género estaba quedando pasado de moda. Una vez ejecutado el programa, el jugador se encontraba con una pantalla completamente vacía, con la excepción del texto:

- Estás en una habitación oscura. El brillo de la luna entra por la ventana.

- Hay ORO en la esquina, junto a una PALA y una CUERDA.

- Hay una PUERTA al ESTE.

- ¿Comandos?


Así empezaba el juego que el escritor de un fansite perdido hace tiempo describía como "enigmático, sin sentido y completamente injugable" Los únicos comandos que el juego aceptaría eran COGER ORO, COGER PALA, COGER CUERDA y IR ESTE, y el jugador se encontraba después con lo siguiente:

- Cosecha tu recompensa

-LUNA PÁLIDA TE SONRÍE

- Estás en el bosque. Hay caminos al ESTE, NORTE y OESTE

- ¿Comandos?


Lo que enfureció rápidamente a los pocos que lo jugaron era la naturaleza confusa y llena de fallos de la segunda pantalla – sólo una de las direcciones era la correcta. Por ejemplo, en esta ocasión, un comando para ir a cualquier dirección que no fuera NORTE llevaría al bloqueo del sistema, obligando a reiniciar el ordenador entero.

Más allá, las pantallas subsiguientes parecían limitarse a repetir el texto, con la única diferencia de las direcciones disponibles. Peor aún, los comandos habituales de las aventuras textuales parecían ser inútiles. El único comando no relacionado con el movimiento aceptado era USAR ORO, lo que provocaba que el juego mostrara el siguiente mensaje:

- Aquí no.

USAR PALA, lo que mostraba:

- Ahora no.

Y USAR CUERDA, que escribía:

- Ya has usado eso.

La mayoría de los que lo jugaron superaban un par de pantallas antes de hartarse de reiniciar su ordenador y tiraban el disco por ahí, describiendo la experiencia como una farsa chapuceramente programada. Sin embargo, hay una verdad universal sobre los ordenadores, sin importar la época: Algunos de sus usuarios tienen demasiado tiempo libre en sus manos.

Un joven llamado Michael Nevins decidió ver si había más en Luna Pálida de lo que se veía a simpe vista. Cinco horas y treinta y tres pantallas superadas a base de ensayo y error y desenchufes después, finalmente consiguió llegar a una pantalla que mostraba un texto diferente:

- LUNA PÁLIDA SONRÍE AMPLIAMENTE

- No hay caminos

- LUNA PÁLIDA SONRÍE AMPLIAMENTE

- El suelo es blando

- LUNA PÁLIDA SONRÍE AMPLIAMENTE

- Aquí

- ¿Comandos?


Pasó otra hora hasta que Nevins dio con la combinación de comandos correcta que le permitió avanzar aún más; CAVAR HOYO, TIRAR ORO y LLENAR HOYO. Esto hizo que la pantalla mostrara:

—— 40.24248 ——

—— -121.4434 ——


Momento en el que el juego dejó de aceptar comandos, obligando a reiniciar el ordenador una vez más.

Después de mucha deliberación, Nevins llegó a la conclusión de que los números hacían referencia a líneas de latitud y longitud – las coordenadas llevaban a un punto en el bosque salvaje que dominaba el cercano Parque Volcánico Lassen. Ya que poseía mucho más tiempo libre que sentido común, Nevins estaba deseando ver a Luna Pálida por su final.

Al día siguiente, armado con un mapa, una brújula y una pala, navegó por los caminos del parque, observando impresionado que cada giro correspondía con los que había tomado en el juego. Pese a que al principio se arrepintió de cargar con la herramienta de cavar, la similitud del camino no hizo más que confirmar que su viaje terminaría con él cara a cara con el tesoro enterrado del excéntrico programador.

Sin aliento después de la complicada lucha con las coordenadas, se encontró agradablemente sorprendido dando tumbos por un camino de polvo suelto. Cavando tan emocionadamente como él lo hacía, sería comprensible decir que se sorprendió mucho cuando sus pesados golpes desenterraron la cabeza en avanzado estado de descomposición de una niña de cabello rubio.

Nevin informó rápidamente a las autoridades. La chica fue identificada como Karen Paulsen, de 11 años, cuya desaparición fue denunciada un año y medio atrás al Departamento de Policía de San Diego.

Se llevó a cabo una investigación para encontrar al programador de Luna Pálida, pero el área gris y anónima en la que los círculos de intercambio de software operaban llevó irremediablemente a multitud de caminos sin salida.

Se sabe que los coleccionistas han ofrecido verdaderas fortunas por una copia de Luna Pálida.

El resto del cuerpo de Karen nunca fue encontrado.

El Ojo de Sangre

¿Nunca antes has deseado algo con toda tu alma…Tanto que estarías dispuesto a hacer cualquier cosa por conseguirlo?
Si es así, y quieres obtener lo que deseas a cualquier precio te hablaré, oh aventurero, del Ojo de La Sangre.
Antes que nada debes saber que al ojo le gustan los juegos, por lo tanto, si decides seguir adelante con esto espero que estés dispuesto a jugar.
Primero que nada procura estar solo en casa, así nadie podrá interrumpir.
Luego de este punto, no habrá vuelta atrás. Si decides no jugar, solo vete, cierra el navegador y olvida que alguna vez estuviste ante la presencia de El Ojo de la Sangre. Pero si decides jugar, no te preocupes, yo seré tu guía mientras no haya ni la mas mínima señal de duda en tu espíritu.

Buena suerte…



Cuenta hasta diez mientras el ojo te observa. No importa que tan bien guardes tus secretos, mentiras y pecados. el ojo llegará hasta las profundidades mas recónditas de tu alma y encontrará y desnudará todo aquello que escondes. Si te encuentra indigno no te preocupes, el juego ha terminado antes de comenzar y eres libre de irte, o puedes quedarte de espectador. Pero no intentes jugar. Esa es una grave ofensa y recuerda que él conoce muchas maneras de torturar un alma y un cuerpo.
Pero, si el ojo te ha considerado digno, escucharás en los momentos siguientes un suave tintineo de campanas que parece sonar solo dentro de tu cabeza. El juego ha comenzado y el lleva la ventaja.

Rápido, ponte de pie, ya no hay vuelta atrás. Corre y apaga todas las luces que estén encendidas. Todas absolutamente todas, Rómpelas si es necesario porque has llamado a las criaturas de la oscuridad para que te ayuden y no lo harán si hay alguna fuente de luz en tu hogar. Luego vuelve aquí.

Comenzarás a escuchar susurros que parecen seguirte a donde quiera que vayas. Las criaturas de las tinieblas han respondido a tu llamado de ayuda y te están juzgando.
Si no te han aprobado, las luces volverán a tu hogar y las criaturas te llevarán a las profundidades del abismo donde serás objeto de las mas crueles torturas y perversiones que nunca han pasado por la mente de los humanos.

Pero si has pasado será mejor que continuemos, pues el ojo es impaciente y no le gusta que lo hagan esperar.

Corre rápidamente al baño de tu casa, y no prendas la luz, enciérrate y coloca dos velas cerca del espejo, No importa si no tenías velas, ya tendrás dos en tu bolsillo. espera a escuchar una voz de niña, dulce e infantil que tararea una melodía que seguramente te será conocida de tu infancia. En los momentos siguientes escucharás como la niña comienza a gritar pidiéndote que toques el espejo. No lo hagas… Será violada, torturada, mutilada , descuartizada y asesinada. No importa lo que escuches en medio de esa oscuridad, no importa lo que ella diga. No le hagas caso a sus gritos de ayuda. Ella murió hace tiempo, y nada de lo que hagas puede ayudarla. Esta condenada a vivir sus últimos momentos de vida por la eternidad y no debes intervenir a menos que quieras sufrir su destino en carne propia.
Todo permanecerá en silencio unos segundos hasta que las dos velas se encenderán de pronto. En el espejo podrás ver el rostro de la niña, sin labios ni ojos que te mira sonriendo y estira una mano hacia tí para hacerte lo mismo que le hicieron a ella.
No te preocupes, recuerda que las criaturas de la oscuridad están de tu parte y no permitirán que te toque.
El espíritu de la niña entonces se quitará un lazo rojo del cabello y lo dejará en tus manos deseándote buena suerte, ahora sabe que estas jugando al mismo juego que ella perdió hace ya muchos años y ha decidido ayudarte.
Guárdalo en tu bolsillo.

Si haz llegado hasta aquí significa que tu espíritu es fuerte, sin embargo tu destino aún es nebuloso.

Ahora debes ir hacia la cocina, una vez allí toma un cuchillo, el mas afilado que tengas. Esto último es lo mas importante, debe estar lo mas afilado posible.
Ahora si tienes alguna habitación en la que guarden cajas y cosas viejas, algo así como un depósito dirígete a toda prisa hacia el.
La puerta estará cerrada y la manija de esta arderá al rojo.
Golpea tres veces y cuando escuches un gruñido parecido al que hace alguien que habla con la boca llena, entra.
la habitación estará en penumbras y vacía a excepción de una mesa y una silla en frente de ti. Sobre la mesa habrá un elegante mantel blanco de seda y un plato de porcelana. Siéntate educadamente en la silla y espera a que tu acompañante al que no puedes ver bien termine de comer. El hedor a carne descompuesta que despide es nauseabundo pero debes evitar hacer una sola mueca de asco. Pero si no puedes contigo mismo y no logras evitarlo, el parará de comer y te mirará a los ojos, aunque no puedas verlo sabrás que lo esta haciendo. En ese momento di "Lo siento, algo que comí me ha hecho mal"
Tu acompañante no mediará palabra y continuará con su comida.

Espera a que deje de comer y arroje su plato al suelo.
Todo permanecerá en silencio por unos instantes y luego te pedirá algo para comer. No importa lo que te pida no se lo niegues pues mas que la carne de los humanos, le gustan sus gritos. "Dedo" será seguramente su primera palabra. No dudes y toma el cuchillo que tenías y cercena uno de tus dedos. no importa si gritas y te retuerces. El disfruta el espectáculo.
Coloca el dedo en tu plato y pásaselo. El se lo comerá y te devolverá el plato vacío para que lo llenes de nuevo con lo que te pida a continuación.
Depende de la valentía que haya en tu corazón el numero de partes que te pida pues solo disfruta masticando la carne de los débiles.
Lo último que dirá será "corazón". No te alteres y coloca en el plato el lazo manchado de sangre que te dio la niña y pásaselo de nuevo.
El devorará el lazo y se atragantará con el. Proferirá múltiples alaridos hasta caer muerto sobre la mesa.
Ponte de pié, lo mas difícil ya pasó. Acércate a el y busca en el plato que le pasaste con el lazo. Encontrarás dos esferas viscosas, son un par de ojos. No los mires y guárdalos en tu bolsillo mientras sales de la habitación.
Tendrás todos tus dedos de vuelta y el dolor habrá desaparecido.

Hasta este momento has demostrado ser un digno oponente para El Ojo de la Sangre y ahora enfrentarás la última prueba que decidirá tu destino.
Debes regresar a tu habitación y sentarte frente al ordenador como si nada.

Ella esta detrás de ti ahora, por favor no voltees. Ella antes solía ser una hermosa mujer, pero pagó con su belleza y su vida la traición hacia su marido. Este le arrancó la nariz y los labios, le amputó los senos y abrió con un cuchillo su vientre en el que llevaba el fruto de la infidelidad.
Respira tranquilo, ella no te hará daño por ahora.
Comenzará a sollozar por lo bajo lo injusta que fue la vida con ella y lo cruel que fue su muerte y que jamas podrá ver a su hijo al que aun lleva descomponiéndose en su útero destajado y cocido por gruesos hilos de entre los cuales mana sangre purulenta.
Levántate, no la mires directo a la cara ni al vientre y di con toda la firmeza que puedas "Un humilde regalo para una dama tan bella" y sin mirarlos entrégale los ojos que tienes en tu bolsillo.
Si ella ríe de manera diabólica con una voz gruesa y sobrenatural, no has sido lo suficientemente convincente y ella personalmente te quitará tus ojos, abrirá tu estómago y coserá en el a su niño putrefacto.
Pero si ríe con macabra inocencia tu regalo le ha gustado y ha decidido darte su bendición. Ella se colocará los ojos y por primera y última vez podrás verla como era antes, quizás la mas bella mujer que verás en tu vida y sentirás el impulso de seguirla cuando se este yendo. Pero recuerda su verdadera imagen y despídela cuando te dé un beso en la mejilla.

la habitación se oscurecerá totalmente y solo quedará un sangriento punto rojo en una de las paredes de la habitación en la que estas.
Se respetuoso pues estas ante El Ojo de la Sangre. Esta furioso porque lo haz vencido en su juego y no perderá oportunidad de hacer con tu cuerpo cosas inimaginables y hacerte experimentar niveles de dolor que no crees posibles.
Pero al fin y al cabo haz ganado. Ahora puedes pedirle tres y solo tres deseos. Puedes pedirle lo que quieras excepto,obviamente, mas deseos. Eso sería estúpido de tu parte después de todo lo que haz pasado.
Puedes pedirle que mate a alguien a quien odias, riquezas, fortuna, poder, conocimiento. Cualquier cosa que pase por tu mente.

Una vez que hayas terminado aparecerá ante ti un vial de vidrio y una pequeña navaja. Sin pensarlo córtate un poco el brazo lo suficiente para llenar un poco el vial, no es necesario llenarlo del todo. Has alimentado al Ojo de la Sangre con la tuya propia y por esto, te dejará ir.
Cierra tus ojos, las luces que antes apagaste se encenderán y aparecerás en tu hogar. No olvides darle las gracias a las criaturas de las tinieblas que te han ayudado y despídelas con cortesía. Jamas las volverás a ver ni a ellas ni a las demás criaturas que viste hoy. Sin embargo conservarás por siempre la cicatriz del corte en tu brazo con el que llenaste el vial de sangre.
Recuerda que lo que has visto esta noche es un secreto del cual jamás debes hablar con nadie. No te preocupes, nadie te preguntará por las cosas que hayas obtenido mediante los deseos anteriores.
Considérate afortunado pues eres uno de los pocos que ha vencido al Ojo de la Sangre.

Esto es todo, ha llegado mi hora de irme… Gracias por jugar.

El Ascensor

Todo ocurrió una cálida noche de verano, de ésas en las que, aunque la temperatura es agradable e invita a dar un largo paseo bajo la luz de las farolas, da la sensación de que todo el mundo se ha puesto de acuerdo para encerrarse en casa.

Eran, más o menos, las dos de la madrugada. Había pasado varias horas vagueando ante el ordenador, así que decidí que era momento de estirar los músculos haciendo algo de ejercicio, bajando a la calle para tirar la basura y fumar un cigarro, por ejemplo.

Me calcé unas zapatillas de deporte, me dirigí a la cocina, saqué la bolsa del cubo y le hice un par de nudos. Tras cerciorarme de que no olvidaba llaves, mechero ni tabaco, cerré la puerta del piso y me dirigí escaleras abajo. Habría podido elegir tomar el ascensor, pero, teniendo en cuenta que a esos cacharros les suele dar por pararse de golpe, habría sido un error quedarme encerrado dentro con la única compañía de una maloliente bolsa de basura.

Recorrí los pocos metros que separaban mi portal de los contenedores, disfrutando del ambiente de soledad que reinaba en mi calle, unido a la tenue iluminación y la invisible caricia procedente del asfalto caliente bajo mis pies. Tras meter la bolsa en uno de los cubos, volví a mi portal y, antes de entrar, encendí un cigarrillo, disfrutando de cada calada, mientras oía en la distancia el sonido de ambulancias y coches acelerando: la banda sonora que suena de fondo cada noche en la gran ciudad que es Madrid.

Mientras daba buena cuenta de mi cigarro, eché un ojo al gran edificio de viviendas que esperaba mi regreso: Un bloque levantado a finales de los años sesenta, con paredes de ladrillo rojizo, seis alturas y una planta de garaje bajo sus cimientos, similar a los cientos de edificios que, en aquella época, el Ministerio de Vivienda construyó en toda España. Junto al portal, aún se conservaba la placa que daba fe de ello.

Mis padres fueron los primeros dueños de la casa. Tras el paso de los años, su afán ahorrador les permitió hacerse con un chalet en las afueras, por lo que yo, siendo hijo único, tuve la suerte de pasar a ser el dueño (y único habitante), de la vivienda.

Cuando acabé el cigarrillo, tiré la colilla al suelo y entré en el portal. Por un momento, pensé en subir andando hasta el quinto piso, donde vivo, pero la vagancia pudo más, así que llamé al ascensor. Cuando éste llegó a la planta baja, entré en el habitáculo.

Una de las curiosidades que tenía aquel edificio era dicho ascensor. No todos los bloques de viviendas de la época contaban con uno, y se consideraba una mezcla de lujo y suerte el poder llegar a casa en uno de estos chismes cuando se levantó el edificio. Esto hacía que la estructura fuese algo vieja: sus paredes, sus espejos y su cuadro de botones tenían más de cincuenta años. Lo que más me llamaba la atención de este último detalle era el correspondiente al garaje. Había un botón para cada piso, excepto para el sótano, en cuyo lugar había una cerradura. Todos los vecinos teníamos copia de la llave. El motivo era, según los constructores, evitar que el cálido garaje se llenase de mendigos por las noches.

Miré aquella cerradura con curiosidad. Aquella vieja cerradura. Entonces, una idea se me pasó por la cabeza. En lugar de pulsar el botón del quinto piso, eché mano al manojo de llaves que había en mi bolsillo e introduje la llave correspondiente. Para acceder al sótano, había que girar la llave hacia la izquierda, pero, ¿qué ocurriría si la giraba hacia la derecha?

Hice la prueba. Nada. La cerradura hacía tope, como era de esperar. Cabezota de mí, volví a intentarlo, girando con más fuerza. Con mucha más fuerza.

En ese momento, de forma inesperada, la cerradura cedió, poniendo el ascensor en marcha. Sorprendido ante aquello, fijé los ojos en el indicador luminoso. Mientras el ascensor descendía, aquél paso de mostrar un 0 a mostrar un -1. Pero, llegado a este piso, el ascensor no se detuvo.

Durante casi un minuto, el trasto continuó bajando, traqueteando y rugiendo como de costumbre. El indicador luminoso mostraba dos guiones intermitentes. Entonces, de repente, el ascensor se detuvo y su puerta se abrió.

Ante mis ojos se extendía un largo y estrecho pasillo, apenas más ancho que el propio ascensor. La iluminación procedente del interior de éste no bastaba para iluminar aquel pasillo, que era engullido por una tenebrosa oscuridad, y no se apreciaban escaleras que llegasen allí desde un piso superior.

-¿Hola? Mi voz retumbó por las paredes y desapareció en el oscuro espacio.

A pesar de que la situación me imponía algo de respeto, la curiosidad ante el nuevo sótano recién descubierto pudo más. Decidido a investigar aquel lugar, encendí mi mechero y abandoné la protectora luz del ascensor.

Me giré por un momento, y vi que, en aquella planta, no había botón para llamar al ascensor, sino una cerradura. Mosqueado, continué avanzando hacia la oscuridad.

El ambiente era denso y húmedo, acompañado de una ligera fetidez. A unos veinte metros, el pasillo torcía hacia la derecha, desembocando en una galería a la que daban varias puertas, como en las cárceles que salen en las películas. Algunas puertas estaban cerradas y otras abiertas, y el suelo estaba lleno de polvo, cristales rotos y otros objetos.

La mugre que invadía el lugar me disuadió de palpar la pared en busca de interruptores de luz, por lo que confié en la pequeña llama que portaba en mi mano. Al internarme en la galería, me agaché y acerqué mi mechero al suelo para examinar con más detalle qué eran aquellos pequeños bultos que pisaba irremediablemente a cada paso. Descubrí jeringuillas, trozos de probetas, piezas de rompecabezas infantiles, muñecas… Aquello resultaba de lo más tétrico. Me incorporé nuevamente, disponiéndome a analizar las pequeñas dependencias que rodeaban la galería.

Uno de los detalles que percibí fue la falta de ventilación o iluminación exterior. Aunque era noche cerrada, no había rastro de salidas al exterior por las que se colase la luz de las farolas, ni ninguna corriente de aire que hiciese vibrar a la llama de mi mechero. Aquel era un lugar completamente cerrado, y a saber a cuántos metros bajo tierra me encontraba en aquel momento.

Recorrí varias de las salitas, y vi que todas tenían elementos en común: pequeños, anticuados y oxidados camastros, mesitas y sillas. Y material médico. El lugar estaba infestado de gasas, correas, pastillas desperdigadas por el suelo… Aquello parecía un hospital en miniatura. Un hospital antiguo y fantasmagórico, detenido en una época pasada, en el que la acumulación de polvo es el único indicador del paso del tiempo.

Aún me arrepiento de entrar en una de aquellas dependencias. La luz del mechero mostraba, sobre el mugriento colchón, un bulto del tamaño de un ser humano, envuelto en ropa de hospital. Me acerqué sigilosamente, temiendo lo peor, y arrimé el mechero al gran objeto.

El aumento de luz mostró una escena horripilante: rodeado de heces y manchas de orina, se mostraba ante mí un cadaver humano en posición fetal que me daba la espalda. El hedor era insoportable. Reprimí una arcada mientras permanecía en cuclillas, ante aquella dantesca escena.

De repente, el terror invadió mi cuerpo. Aquel cuerpo se giró de forma brusca y, lo que en principio había clasificado como "humano", mostró ser algo diferente, indefinido e indescriptible.

El cuerpo de aquel ser estaba cubierto de llagas y heridas; en lugar manos y pies, sus extremidades se encontraban rematadas por muñones violáceos, y extrañas deformidades y bultos recorrían su tronco, dándole un aspecto monstruoso.

Pero lo peor era su rostro: sus ojos, grandes e inyectados en sangre, estaban protegidos por unos párpados abultados y sin pestañas. En lugar de pelo, su cabeza poseía infinidad de cicatrices y grapas que partían desde sus pobladas cejas y sienes y se perdían hacia su nuca. Sus orejas, irregulares y enormes, no mostraban pliegue alguno, dotando al ser de un aspecto simiesco. Tampoco poseía nariz, y de sus orificios nasales surgían dos hilos de sangre reseca. Rematando aquel cuadro tan desagradable, se encontraba su "boca": un orificio de comisuras agrietadas, sin labios, de cuyo interior carente de dientes y lengua, provenía el peor olor a podrido que he percibido en mi vida.

Sus ojos se fijaron en los míos, y de su garganta surgió un bramido gutural, ronco y a la vez potente.

Grité. Grité con todas mis fuerzas y mi voz se entremezcló con la del mostruo. Teniendo en cuenta la postura en la que me encontraba, caí de espaldas sobre el mugriento suelo, y el mechero se escapó de mi mano, dejando el lugar en la más absoluta oscuridad.

Mientras palpaba el suelo en busca del mechero, oí cómo crujían los muelles del colchón y, antes de que pudiese reaccionar, aquel despojo se me echó encima, lanzando una vez más su aterrador alarido. Sentí su aliento contra mi rostro, mientras apestosa saliva caía sobre mi frente, y un escalofrío me recorría de arriba abajo. Cejé en mi empeño de hacerme con el mechero y pataleé con todas mis fuerzas, tratando de zafarme del horripilante ser.

Me arrastré unos metros hacia atrás, me levanté y salí de la estancia, a oscuras, tratando de recordar la disposición de aquella planta, temiendo tropezar o dar de bruces con alguna de las paredes. Mientras huía en dirección al ascensor, pude oir cómo aquello se arrastraba entre los cristales rotos del suelo, siguiendo mis pasos. Llegué al pasillo y sentí que volvía a la vida cuando me invadió la luz encendida del ascensor abierto. Entré, pulsé el botón del quinto piso y, lleno de impaciencia y pavor, esperé a que la puerta se cerrase y el ascensor se pusiese en marcha.

Sin embargo, el aparato no obedecía mis órdenes. Aunque el botón del quinto piso estaba encendido, la puerta no se cerraba. Y el crujir de cristales se oía cada vez más cerca.

Me di media vuelta. Ante mí, el pasillo se extendía una vez más, engullendo la luz del ascensor. Sin embargo, ahora no sentía curiosidad ante aquella escena. Sentía verdadero horror. Quería huir de allí. Y el ascensor no se movía.

De repende, se hizo el silencio. Estaba tan aterrorizado que todos mis músculos se agarrotaron. En ese momento, el ser surgió del pasillo oscuro, arrastrándose con una velocidad y una pericia insólitas. Venía hacia mí, mientras gruñia, jadeaba y chillaba como ninguna criatura conocida. Apreté repetidamente el botón del quinto piso, con pulso tembloroso, mientras el miedo me hacía llorar y la criatura se aproximaba rápidamente. Cuando estaba a punto de entrar en el ascensor, agité mi pierna ante él, lo que le hizo retroceder atemorizado, sin que apartase la vista de mis ojos en ningún momento. En ese instante, las puertas se cerraron y el ascensor comenzó su ascenso.

Fijé la vista en el indicador luminoso: los dos guiones parpadeantes dieron paso a un -1, luego a un 0, un 1, etcétera. Algo más calmado, me miré en el espejo y fui consciente de mi aspecto. Mi rostro estaba cubierto de una mezcla de baba y mucosa sanguinolenta, mezclada con mis propias lágrimas. Cuando quise pasar el dorso de la mano por mi frente, descubrí que mis ensangrentadas palmas estaban llenas de cristales rotos, y comencé a sentir su dolor; minutos antes, en aquel segundo sótano, el miedo no me había permitido ser consciente de cómo se habían clavado en mi piel.

Llegué a casa y entré corriendo al baño. Los recientes recuerdos de todo lo que había ocurrido allí abajo se agolparon en mi mente, y no pude evitar arrodillarme ante el váter y vomitar la cena. Me di una ducha más larga de lo habitual, aún invadido por el asco, curé las heridas de mis manos, y esperé a que llegase el día, incapaz de dormir.

A la mañana siguiente, cuando la luz del día se llevó todos mis miedos, llamé a un amigo que vivía en uno de los edificios cercanos. Dicho edificio era similar al mío: construido en la misma época, con la misma planta, y con un ascensor exactamente similar. Tras contarle la historia y soportar sus burlas, me aseguró que haría la prueba en su ascensor, y que me llamaría para contarme qué había ocurrido en su caso.

Esperé su llamada intranquilo y, a los pocos minutos, sonó el teléfono. Era él, y su voz sonaba entrecortada y temblorosa. Bajo su casa también había un segundo sótano, húmedo y maloliente. Sin embargo, él no se había atrevido a adentrarse, y no tenía intención de hacerlo.

-No pienso volver a coger ese ascensor en mi puta vida. Eso fue lo que me dijo. Y la verdad es que su opinión coincidía al cien por cien con la mía.

A pesar de nuestros temores, nos decidimos a investigar sobre el asunto. Así, dimos con el que fue por aquel entonces presidente de la constructora encargada de levantar los edificios; hoy en día un ajado anciano con un pie en el cementerio. Tras varias reticencias, nos explicó el por qué de aquellos sótanos secretos: en 1966, la recién inaugurada central nuclear de Zorita, en Guadalajara, había sufrido una grave fuga en uno de sus reactores, provocando una nube radiactiva que se extendió por los pueblos de los alrededores. El régimen franquista no podía permitir que la opinión pública tuviese noticia de un fallo en su primera instalación nuclear, por lo que contactó con las parejas jóvenes del lugar, ofreciéndoles trasladarse a Madrid, a los inmuebles en los que mi amigo y yo vivíamos, pues a pocos metros se encontraba un hospital que podría seguir la evolución de dichas parejas y los hijos que pudiesen tener en el futuro. Para disimular aún más la situación, vendieron algunas de las viviendas a gente corriente que no tenía nada que ver con el incidente (como mis padres, o los padres de mi amigo, por ejemplo).

Sin embargo, la intención del régimen era muy distinta: conocedores de las secuelas que la nube radiactiva tendría en esta gente, vigilaron cada nuevo embarazo que se produjo entre ellos, supervisando su evolución y haciendo "desaparecer" a todos aquellos recién nacidos que sufriesen graves malformaciones.

Aprovechaban la tranquilidad de la noche, para, haciéndose pasar por encargados de mudanzas, llevar a los bebés a su nuevo "hogar". Aquellos sótanos, por otra parte, eran el lugar perfecto para realizar investigaciones sobre los niños, pues nadie sabía de su existencia. El propio mecanismo de los ascensores se había mantenido en secreto, recayendo la tarea de llevar a cabo revisiones y reparaciones entre técnicos elegidos por el propio régimen; y una trampilla que sólo se abría cuando el ascensor sobrepasaba el garaje, ocultaba el segundo sótano a quien hubiese podido asomarse al hueco.

Sin embargo, tras la muerte del dictador Francisco Franco, se canceló aquel proyecto. Tratando de arrojar tierra sobre el asunto, los sujetos en experimentación fueron sacrificados, y toda documentación relativa al proyecto fue destruida. Casi todos los cabos quedaron atados.

-¿Cómo que casi todos los cabos? Preguntamos mi amigo y yo a aquel hombre.

-Sí -dijo él-. Resulta que, una vez, aprovechando el revuelo de los últimos días, mientras todo el mundo corría arriba y abajo tratando de hacer desaparecer pruebas y evidencias, uno de los niños desapareció sin dejar rastro, y nadie más volvió a saber de él.

Mi amigo y yo nos miramos, aterrados. Nos despedimos del viejo y volvimos a nuestras casas.

Y desde entonces, no he vuelto a subirme a un ascensor. Y, por si a alguien le interesa, vendo mi casa. Es un quinto piso, muy luminoso. Y, además, tiene ascensor y garaje.


Bucle

… Y entonces lo vi, era deslumbrante. El portal se abría enfrente de mí, con la luminosidad idéntica del sol. Sin embargo, estaba ahí, en medio de mi habitación. No podía creer que lo había logrado, después, por un instante la luz se volvió más tenue y podía vislumbrar lo que había detrás de él, ahí estaba parado él frente a la mesita, el maletín de aluminio postrado sobre la mesita. Abrió el maletín y saco la Prieto Beretta nueve milímetros, sacó el cargador de nueve balas y lo insertó plácidamente en la cacha de la pistola. Se dirigió hacia un panel y empezó a presionar varios botones en una secuencia que para mí ya me era familiar. Tenía que detenerlo antes de que terminase de presionar el último botón. Apunté hacia su cabeza y jale del gatillo. La detonación hizo eco en el cuarto, sin embargo, la bala no cruzó el portal, por alguna extraña razón. El tiempo se detuvo, el proyectil cada vez viajaba más lento hasta quedarse estático en el aire. Todo repentinamente se congeló…

Unos hombres entraron, no podía moverme, no podía resistirme a sus acciones. El hombretón negro, asió la bala en el aire. El pequeño hombre asiático tomó mi Prieto Beretta nueve milímetros y me la quito de las manos pacíficamente. Ambos miraron hacia la derecha de la habitación. Mientras del otro lado del portal, él había terminado la secuencia y una luz con la intensidad del sol iluminaba la habitación. Se abrió un portal, levantó el arma y disparó. El tiempo se detuvo en su habitación. Un hombretón negro tomó el proyectil y un pequeño hombre asiático le quito el arma de las manos. Ambos giraron de frente al portal y al unísono, los cuatro dijeron:

-"Los viajes en el tiempo al pasado están prohibidos señor Arioch y más aun si son asesinatos/suicidios. Debemos terminar esta transacción en el flujo temporal y evitar destruir la continuidad espacio tiempo."-

De pronto, tinieblas…

Lo había logrado, había creado el primer agujero de gusano que permitía el viaje al pasado. Sin embargo, los hombres de traje negro habían mencionado que era un evento de rutina. ¿Cuántas personas han hecho esto? ¿Es que acaso no soy el primero? ¿No soy el único?

Cuando por fin recobré la vista, estaba en otra habitación, una muy iluminada, las paredes de aluminio y los paneles de aluminio estaban divididos en tres grandes placas. Extrañamente no había puertas. La sensación del tacto regresaba a mi torso y brazos, sentí frio, mis piernas empezaban a tener el mismo efecto. Estaba sentado en una silla de aluminio, fría. Una mesa de aluminio estaba frente a mí, no la había notado.

-"Señor Arioch."- una voz femenina. –"Nosotros no comprendemos cómo fue posible que usted haya obtenido el conocimiento de dicha tecnología o de cómo obtuvo el aparato, sin embargo, este tipo de eventualidades nos mantiene en constante vigilancia"- frente a mi estaba esa mujer, vestida de traje negro, camisa blanca, cabello obscuro, su silueta era la de una diosa, su cara presentaba algunas marcas de la edad, sus ojos cubiertos con un par de gafas obscuras y sus labios pintados de rojo.

Tomó la silla de frente a la mesita… ¿Había una silla ahí? ¿Se habrá materializado? No lo sé. Ella tomo asiento.

-"Tiene dos opciones: la primera, es darnos toda la información para crear ese aparato tan formidable y trabajar para nosotros. La segunda, si se niega, procederemos a realizar una lobotomía y la información se perderá para siempre. Usted decide."-

¿Lobotomía? ¿Trabajar para ellos? Vaya, tenía que tomar una decisión y pronto. Opté por la primera, pero con una condición; yo les construiría una máquina para crear agujeros de gusano y ellos no podrían entrar a mi laboratorio para ver mis planos, sin cámaras de seguridad, sin vigilancia.

La mujer salió por la puerta que estaba oculta en uno de los muros. El hombre asiático entró con una carpeta. La puso sobre la mesa, abrió la parte frontal. Una página en blanco, excepto por una línea al final se mostró.

-"Firme aquí."- Lo dijo en tono imperativo. Por un momento me quede pensando. –"¡Firme aquí!"- Repitió el asiático.

-"No tengo un bolígrafo"- Fue mi respuesta.

–"¡Firme aquí!"- repitió el asiático.

Sin darme cuenta, tenía un bolígrafo elegante en mi mano izquierda. Firmé.

En los siguientes meses, solicité material, estaño, cobre, aluminio, hierro, titanio, silicio, un laboratorio de química básico.

Comencé con la placa principal, luego otra, y otra. La construcción se hizo tal a mi condición, sin vigilancia, sin cámaras de seguridad, sin planos, todo lo tenía en mi cabeza. Cada día que me enviaban comida, veían mis avances, nunca preguntaron cómo lo hacía, nunca cuestionaron mis pedidos. Simplemente ellos proveían y yo construía.

Construí los paneles donde empotraban las placas. Conforme pedía material, ellos seguían abasteciendo. Si solicitaba una herramienta, ellos la tenían disponible inmediatamente, cables, resistencias, chips, computadoras. Todo estaba a mi disposición.

Por alguna razón, continúe construyendo la maquina, no me detenía solo hasta descansar o para mis necesidades básicas. Aceptaba el trabajo, nunca cuestioné mis órdenes. Todo estaba sistematizado y eso me aterraba. Fue entonces cuando lo comprendí… el contrato.

–"¡Firme aquí!"-

Carbón, azufre, plomo, cobre, plástico, hierro. En secreto comencé una segunda construcción. Casquillo, cartucho, pólvora, recamara, cañón. Hice una segunda arma. La oculté dentro de la maquina.

Al final del mes, la maquina estaba terminada, completamente armada. Sin embargo, no funcionaba sin un núcleo de poder. Fue entonces cuando solicité una barra inerte de plutonio. Ellos me negaron el metal. Me suministraron de electricidad con el fin de evitar que operara la maquina sin su supervisión.

Llego el día. Conecté la maquina a la fuente de poder. La mujer de traje negro y unos hombretones, junto con otros hombres de bata blanca observaban desde una distancia segura.

Inicié la secuencia, mientras con mi otra mano tomaba el arma escondida en una de las placas de los paneles. Que se jodan, abriré otro portal y me suicidaré. Acabare con la continuidad espacio tiempo.

El portal se abrió frente a mí, tapando la visión de aquellos hombres que me raptaron. Frente a mí, estaba otra vez yo. Apunté al frente, jale del gatillo. Nada. Del portal emergió la mujer de negro.

-"Muchas gracias señor Arioch por su aportación a esta organización. Como verá, sus planes han fallado y ahora tenemos dos máquinas, gracias a usted."-

¡Maldición! ¡Olvidé por completo la primera máquina!

-"Ahora que sabemos el funcionamiento de tan espectacular hallazgo. Ya no lo necesitaremos. Procedan con la eliminación."-

El hombretón negro salió del portal. Me tomo de los brazos, mientras la mujer de traje negro cambiaba la secuencia. Se abrió un segundo portal mientras el hombretón de negro me arrojaba a la ventana espacio/tiempo…

Tinieblas…

No sé en qué tiempo estoy. No sé donde estoy. Solo veo volcanes, ríos de lava, gases tóxicos flotan en la atmosfera. Todo parece un infierno. Solo hay dos opciones, estoy en el apocalipsis del mundo o estoy en el nacimiento de él.

Debí aceptar la segunda opción. Ya es demasiado tarde.

Si encuentran esta nota, eviten este suceso. Mi nombre y dirección son las siguientes:

Arioch T. Ol…

La nota termina hasta aquí, no se pudo descifrar la información siguiente, ya que el papel está destruido debido a la corrosión del metal.

Papel encontrado en un artefacto cilíndrico hecho de cobre, que data del año dos millones cuatrocientos mil antes de Cristo (fecha aproximada). Localizado en el monte Kilimanjaro, a las faldas del volcán Mawenzi en África.


Portal de la mente

En 1983, un equipo de sumamente piadosos científicos condujo un radical experimento en una instalación no determinada. Los científicos habían teorizado que un humano sin acceso a ninguno de sus sentidos o manera de percibir estímulos sería capaz de advertir la presencia de Dios. Creían que los cinco sentidos obstruían nuestra conciencia de lo eterno, y sin ellos, un humano podría establecer contacto con Dios por medio del pensamiento. Un anciano que manifestó "no tener nada por lo que vivir" sirvió como único sujeto de prueba. Para depurarlo de todos sus sentidos, los científicos llevaron a cabo una compleja operación en donde cada nervio sensitivo conectado al cerebro fue quirúrgicamente seccionado. Aunque el sujeto mantuvo intacta su función motora, no podía ver, oír, degustar, oler, o sentir. Con ninguna posible manera de comunicarse con el mundo exterior, fue dejado solo con sus pensamientos.

…..Los científicos le monitorearon mientras hablaba en voz alta acerca de su turbio estado mental; frases incoherentes que no podía ni oír. Luego de cuatro días, el sujeto aclamó estar oyendo murmurantes e inentendibles voces en su cabeza. Asumiendo que eran los inicios de una psicosis, los científicos prestaron poca atención a las inquietudes del hombre.

…..Dos días más tarde, el sujeto dijo poder escuchar a su difunta esposa hablarle, y más aún, aseguró poder dialogar con ella. Los científicos estaban intrigados, pero no estuvieron convencidos hasta que el sujeto comenzó a darles nombres de sus parientes difuntos. Repitió información personal de ellos que sólo sus cónyuges y padres podían conocer. Para ese punto, una considerable porción de los científicos abandonó el estudio.

…..Tras una semana de conversar con los fallecidos a través de su mente, el sujeto se puso ansioso, diciendo que las voces eran abrumadoras. En cada segundo que permanecía consciente su mente era bombardeada por cientos de voces que rehusaban abandonarle. Repetidamente se arrojó contra la pared, intentando provocar una respuesta de dolor. Rogó a los científicos por sedantes, para que pudiera escapar de las voces al dormir. Esta táctica funcionó por tres días, hasta que empezó a tener desagradables pesadillas. Insistía en que podía ver y escuchar a los fallecidos en sus sueños.

…..Un día después, el sujeto comenzó a gritar y desgarrar sus no funcionales ojos, esperando sentir algo del mundo físico. Ya histérico, clamaba que las voces de los muertos se volvieron insoportables, hablándole del Infierno y el fin del mundo. A partir de ahí, gritó "No hay un Cielo, no hay perdón" por cinco horas consecutivas. Pidió ser asesinado, pero los científicos estaban convencidos que faltaba poco para que estableciera contacto con Dios.

…..Luego de otro día, el sujeto ya no podía formular oraciones coherentes. Aparentemente enloquecido, comenzó a triturar a mordiscos la carne de su brazo. Los científicos intervinieron atándolo a una mesa para que no pudiera atentar contra su vida. Tras dos horas de estar atado, el sujeto cesó en su riña. Fijó su mirada en el techo mientras lágrimas se escurrían silenciosas a través de su rostro. Durante dos semanas tuvo que ser manualmente rehidratado debido a su constante llanto. Finalmente, giró su cabeza y, a pesar de su ceguera, hizo contacto visual con un científico por la primera vez en el estudio.

…..Murmuró "He hablado con Dios, y nos ha abandonado", y sus signos vitales se detuvieron.

…..No se determinó la causa de muerte.

Obra maestra

He estado acostado por horas ya. Son las 5:35 a.m. y no hay mucho que pueda hacer. ¿Saben cuál es la peor parte de mi situación? Estoy en el mismo cuarto que mis padres. Aún me ven, y no puedo hacer más que devolverles la mirada y tratar de no gritar. Sus ojos están concentrados en mí y sus bocas totalmente abiertas. Hay un fuerte hedor a sangre y me siento paralizado con terror.

….. Aquí está el problema. A la primera sugerencia de que no sigo dormido, estaré completamente arruinado. Será mi muerte y no habrá nadie para salvarme de ello. He intentado pensar en alguna salida, pero la única idea que tengo es correr a la puerta y huir gritando por ayuda, con la esperanza de que algún vecino me oiga. Es riesgoso, aunque si me quedo aquí, es seguro que moriré. Él está esperando a que despierte y vea su obra maestra.

….. Seguro se preguntarán qué esta sucediendo, tiendo a apresurarme a los hechos algunas veces.

….. Hace alrededor de 3 horas, escuché un grito del otro lado de la casa. Me levanté y fui a revisar de dónde provenía, cuando me di cuenta que debía ir al baño. En vez de hacer lo inteligente y continuar investigando, fui al baño. Había sangre en la alfombra. Me preocupé mucho y corrí de vuelta a mi cuarto, escondiéndome bajo las sábanas como el cobarde que era. Traté de obligarme a volver a dormir, que aquello sólo era un sueño muy vívido.

….. Pero escuché la puerta de mi cuarto abrirse. Como un niño aterrorizado, di un vistazo por abajo de las sábanas para ver qué estaba ocurriendo. Pude ver algo arrastrando los cuerpos de mis padres dentro de la habitación. No era humano, eso les puede asegurar. No tenía pelo; sin ojos y sin ropa, se paseaba como un cavernario, con su espalda encorvada en lo que movía a mis padres. Pero esta cosa era más inteligente que cualquier cavernícola. Estaba consciente de lo que hacía.

….. Dejó a mi padre al pie de la cama con su cabeza sobresaliendo de una orilla, viendo en dirección mía. Después sentó a mi madre en una silla apuntando de igual manera hacia mí. Empezó a frotar sus manos contra la pared manchándola de sangre y luego trazó un círculo con el pentagrama del demonio en él. Esta cosa había hecho lo que probablemente llamarían una pieza de arte. Para terminarla, dejó un mensaje en la pared que no podía leer en la oscuridad.

….. Se colocó debajo de la cama esperando hacer su siguiente movimiento; ha estado ahí desde entonces.

….. Lo que más me aterra en estos momentos, es que mis ojos se ajustaron a la oscuridad desde que eso ocurrió, y puedo leer el mensaje en la pared. No quiero verlo, porque es atemorizante pensar en ello. Pero siento la necesidad hacerlo, antes de morir.

….. Echo un vistazo a la obra maestra de la criatura…,

….."Sé que estás despierto".

Su protección

En cada pueblo sobresaliente y ciudad, hay una casa de la que no existe registro oficial, y cuyas ventanas han sido entabladas por más de lo que cualquiera pueda recordar. De los antiguos inquilinos, si alguna vez hubo, no hay rastros, y ninguna organización ni individuo jamás reclamará la propiedad del terreno sobre el cual se sostiene.

….. Al irrumpir en la residencia (siempre por la parte trasera, a través de una ventana corrediza de planta baja; nunca debes tocar las puertas exteriores) distinguirás de entre el polvo señales de cómo ha permanecido inhabitada por mucho tiempo. Una caja de cartón aplanada, el catre de un niño dado vuelta, una alfombra desgastada… Invariablemente siempre habrá un colchón doble en el dormitorio principal. Lo que no verás, sin embargo, serán ratas y cucarachas, o desperdicios de animales. Las plagas saben bien que no tienen permitido estar ahí.

….. Estos son Sus espacios sagrados.

….. La primera vez que vayas, lleva solamente lo que necesites para poder entrar en la casa. Luego ubica el dormitorio principal, ponte en el centro, y dibuja un círculo continuo en el polvo alrededor de tus pies. Hazlo de al menos un metro de diámetro para estar seguro.

….. Mira hacia la entrada y di en voz alta: "Deseo hacer un sacrificio. ¿Aceptarás la ofrenda?".

….. Entonces sal de ahí, tan rápidamente como te sea posible. No debes regresar hasta la noche siguiente.

….. Esta vez, lleva clavos, un martillo, una botella vacía de un litro de capacidad, un cuchillo grande y afilado, y una antorcha. Entra de la misma manera que la vez pasada. ¿Recuerdas el colchón en el dormitorio principal? Alguien estará durmiendo allí. No te preocupes en despertarle; Ella se ha encargado de eso por ti. Gira al durmiente hasta ponerlo boca arriba y córtale su vena de yugular, asegurándote de recoger tanta sangre como sea posible.

….. Necesitarás derramar un poco de la sangre en el piso de cada habitación, incluyendo ésta, con el cuidado de que, al final, te quede un poco. Cuando hayas terminado, sal de la misma manera en la que entraste, y pon de vuelta los tablones (para esto necesitas el martillo y los clavos). Ve a casa caminando. No hables con nadie en el camino. Cuando llegues, vierte un poco de la sangre que queda en tu mano derecha y embárrala sobre la manija de tu puerta antes de entrar. Luego acuéstate.

….. Si aún te ha quedado sangre, tendrás que derramarla en cualquier pavimento de la ciudad, sin permitir que caiga por algún desagüe. El cuchillo no debe ser usado nunca más, y debes enterrarlo. No te molestes en cubrir tus huellas. Cuando dejes tu casa al día siguiente, la sangre en tu puerta habrá desaparecido, y el homicidio que has cometido no tendrá repercusiones. Desde el momento en que dejes Su templo, ninguna evidencia de ADN podrá inculparte nunca más; la Ley bordeará los rededores de tus pisadas sin nunca tocarlas. Delante de las cámaras, tu cara será una mancha borrosa.

….. Estás bajo Su protección ahora.

….. Sólo asegúrate de encontrar la casa correcta.

Ojala y les haya gustado si creen que necesita mas imagenes haganmelo saber y con gusto pongo mas imagenes.

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