ías felices. Fundado en 1991, Nordsjaelland ganó su primera Copa en 2010.
Farum tiene la quinta parte de los habitantes de Pergamino. Su equipo, el Nordsjaelland, asombró a todos, ganó la Liga de Dinamarca y debuta en la máxima competencia continental. Eso sí: en la fase de grupos deberá enfrentar rivales imposibles.
Farum es una pequeña ciudad de 18.000 habitantes, ubicada en el noreste de la isla de Zealand, en Dinamarca. Allí, un milagro de fútbol está sucediendo. Es cuestión de imaginar: en la Champions de los millones, la de Messi y de Cristiano Ronaldo, la de los gigantes de Manchester, la de los inmensos estadios alemanes siempre repletos, una localidad con la quinta parte de habitantes de Pergamino jugará contra los grandes, ya en la fase de grupos que esta semana comienza. No cuenta con grandes estrellas su plantel. Su nombre más conocido tiene que ver con el padre de uno de ellos: Andreas Laudrup es el hijo de Michael y el sobrino de Brian, aquellos daneses que encantaron al fútbol del mundo en los años 80 y 90. Un detalle cuenta el tamaño de esta institución: si el estadio Farum Park -que tiene capacidad para 10.000 personas como, por ejemplo, el Juan Pasquale de Defensores de Belgrano- se llena todo el pueblo parece deshabitado. Para su participación en el máximo torneo continental, de todos modos, tendrán que moverse al Parken de Copenhague, donde se suelen ver los partidos del seleccionado y los grandes recitales. Pero más allá de todo, acá está el Football Club Nordsjaelland. La última temporada salió campeón de la Liga por primera vez en sus 21 años de historia y ahora disfrutará de su propia gloria, incluso más allá de los resultados.
Se trata de un fenómeno reciente y creciente. Escribió el periodista Alfonso Ibáñez, especialista en el fútbol danés, en El Enganche: "Cuatro participaciones en la Europa League, dos Copas de Dinamarca y un campeonato de Superligaen en los últimos ocho años. Todo ello contando con el tercer presupuesto más bajo de la competición, jugadores de cantera o fichados a costo cero y entrenadores formados en el club. En el FC Nordsjælland tienen una frase que define su filosofía: 'Altid mod malet' (Siempre en busca del objetivo)". Es lógico lo que le sucede en el contexto de la elite: por lejos, resulta el participante de menor presupuesto de la actual Champions League. Con lo que gana un futbolista de Juventus, Chelsea o Shakhtar Donetsk -sus rivales de primera fase- el equipo rojo de la Superligaen puede cubrir los gastos de todo el plantel.
Kasper Hjulmand es también un espejo de este equipo que se coló entre los mejores. A los 40 años su cara se parece más a la de un futbolista que a la de un entrenador. Como asistente, fue partícipe de los dos primeros títulos de la historia breve de este club: las dos Copas Danesas, obtenidas en 2010 y 2011. Con su llegada como técnico principal, el club de Farum dio un gran salto: fue campeón de la Liga. El equipo llegó a la última fecha de la temporada 11/12 con chances. Y no las desaprovechó: ganó su partido con comodidad (3-0 al Horsens) y dejó atrás al favorito de casi siempre, FC København (el Copenhague, el crédito de la capital del país). Entonces, las enormes puertas de la Champions se abrieron. Sin embargo, el equipo ya había asomado su cabeza en el continente: desde su debut en 2003, disputó 14 encuentros, pero no logró dar ningún gran golpe en ese recorrido. Ahora, van por una revancha a lo grande.
La derrota del sábado (2-1 como visitante ante el Copenhague, actual líder con seis puntos de ventaja sobre el Nordsjaelland, ahora tercero) no rompió el entusiasmo respecto del estreno en esta "participación de los sueños", como la llaman los medios daneses. Esta semana el equipo de Farum tiene el bautismo en Champions fuera de casa: es en Donetsk frente al Shakhtar, una de las nuevas joyas que ofrece el este de Europa. No parece sencillo rescatar algún punto de este viaje. Pero mucho más compleja resultará la presentación como local: Chelsea, el defensor del título, aquel que este año fue capaz de eliminar al Barcelona y de ser campeón tras vencer en una definición por penales a un equipo alemán (en este caso, Bayern Munich) por primera vez en la historia. Sucederá una curiosidad: se estima que el Parken Stadium de Copenhague lucirá con gente en cada uno de sus 38.065 asientos. Es decir: al Nordsjaelland lo estará observando más del doble de la cantidad de personas que habitan el pueblo en el que nació.
Roberto Di Matteo, el italiano que conduce al Chelsea, lo dijo ante las cámaras de televisión: "Habrá que tener cuidado. Los daneses pueden ser otra vez la sorpresa". Se refería a un antecedente cercano: en la Champions 2010/11, el Copenhague fue la gran revelación: accedió a los octavos de final, tras sobrevivir al grupo del Barcelona, en el que eliminó al Rubin Kazan de Rusia y al Panathinaikos de Grecia. En esa segunda fase, ya de nocaut, se enfrentó justamente ante el Chelsea, entonces dirigido por Carlo Ancelotti. Una derrota en Dinamarca y un empate sin goles en Londres sellaron un global de 2-0 que puso fin a la hazaña. "Habrá que estar atentos", sostiene Gianluigi Buffon, el capitán de la Juventus que no quiere sorpresas en su camino, como aquellas que lo dejaron afuera al seleccionado italiano en la primera ronda del último Mundial. Lo comprobó en el empate ante Nueva Zelanda, bajo el cielo de Sudáfrica: no es bueno confiarse de las cenicientas.
De todos modos, Dinamarca sabe de construir asombros deportivos. Hace dos décadas, en la Eurocopa de Suecia, el seleccionado nacional se convirtió en el mejor invitado de todos los tiempos. Los detalles son increíbles: Dinamarca se había quedado afuera en su grupo clasificatorio. Pero como la UEFA decidió que Yugoslavia -en días de duelo por la Guerra de los Balcanes- no participara, llamaron de emergencia a los daneses. Estaban todos de vacaciones. Michael Laudrup -entonces la gran figura del seleccionado- acababa de ser campeón de la Copa de Europa con el Barcelona. Cuando lo citaron dijo que no. Explicó que no creía en improvisaciones. A Brian, el menor de los Laudrup, le avisó su mujer: "Llamaron de la Unión. Tenés que presentarte en Copenhague mañana. Van a Suecia, a la Eurocopa". Se asombró. Y aceptó. La base del equipo estaba desperdigada por las playas del Mediterráneo: Peter Schmeichel, Flemming Poulsen, Henrik Larsen, Lars Olsen, John Jensen. La tarea no era sencilla: había que armar un rompecabezas en tiempo récord. Möller Nielsen los convocó a todos al campo de entrenamiento de la Unión Danesa, en las afueras de la capital de Dinamarca. En el centro del campo de juego, con los 20 futbolistas alrededor, el técnico puso su cara más seria y dijo: "A Suecia vamos a ir a ganar la Eurocopa". Su solemnidad no pudo evitar las risas de casi todos. La mayoría de los futbolistas se tuvo que fijar en los diarios quiénes eran los rivales del Grupo A. En el camino immediato aparecían Inglaterra (semifinalista en la Copa del Mundo de 1990), el local Suecia y Francia (campeón europeo en 1984). Parecía imposible. Pero lo consiguieron: levantaron la Eurocopa tras vencer en la final a Alemania, tras un mes inolvidable.
Y aquí andan ahora los desconocidos del Nodsjaelland. Tratando de que su nombre de difìcil escritura y más compleja pronunciación resulte familiar en los rincones de Europa. Lo saben: cuando el club cumplió un año, en 1992, Dinamarca construía una de las sorpresas más enormes de la historia. Ahora, ellos quieren ser los perfectos herederos de aquella proeza.
0 comments:
Post a Comment