Sunday, December 30, 2012

0 "Estaba mirando y uno me puso un LCD en las manos"

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"A mi hijo lo mataron y no estaba robando un súper

sino con su familia"


Desde el Ministerio de Seguridad se dijo que Luciano Carrizo protagonizó un atraco. Su familia da otra versión de los hechos.




Esta es la típica historia de una palabra contra la otra que la Justicia deberá investigar. El 22 de diciembre pasado y a partir de un parte del Ministerio de Seguridad de la provincia se publicó en La Capital y en varios medios locales y nacionales que Luciano Carrizo, un joven de 23 años, había muerto por un impacto de bala en el tórax en uno de los tantos atracos masivos a supermercados ocurridos entre el 20 y 21 de este mes en Rosario.

Supuestamente lo habían baleado el jueves 20 por la noche cuando intentó ingresar a un local de Arijón y Avellaneda. Luego entró, a las 3 del viernes 21, al Hospital Roque Sáenz Peña donde murió. Sus familiares reaccionaron violentamente al enterarse de la mala noticia.

Otra es la palabra de la madre del muchacho, sus familiares, vecinos y compañeros de trabajo. "A mi hijo lo mataron durante la madrugada del viernes cuando estaba con su hermana y sobrinos viendo cómo se armaba un piquete en Circunvalación a la altura de avenida del Rosario, a varias cuadras de todo supermercado. Allí paró un vehículo, disparó primero al aire y luego sobre la gente: le pegaron a él. Mi hijo no era ningún delincuente, quiero que se limpie su imagen. Prometo mandar una carta a los médicos del hospital pidiendo disculpas. Sí, nos pusimos mal, pero queremos que entiendan que no podíamos creer que «Lu» se hubiera muerto. Además queremos que se sepa que el hospital estaba lleno de policías con armas largas y nos trataron muy mal", dice Cristina Alaniz, de 54 años, empleada, madre de otros cuatro hijos y abuela de nueve nietos.

Luciano era el menor de los hermanos Carrizo. Estaba separado de su mujer, era papá de Ludmila, de un año, y un "amigo" de sus sobrinos. Vivía al sudeste de la ciudad, a cada lado de la Circunvalación. Algunos días dormía en lo de su madre, en barrio El Gaucho, y otras veces en lo de su hermana Lorena, en El Mangrullo. Trabajaba limpiando colectivos de la línea 112, hacía changas diversas, y por la noche era cadete de una sandwichería. "Era un pibe diez puntos, no paraba de laburar. Acá lo íbamos a dejar fijo", aseguró un empleado de Mangia Mangia, ubicada en Mitre al 300. "Lo recomendé yo. Lo conozco desde que teníamos ocho años. Luciano era tranquilo. Justo ese día había traído a su hija a mi casa para que mi mamá la viera, estaba feliz de tenerla con él unas horas, y prometió volver para cortar la enredadera: hacía todas las changas que podía. Todo el barrio sabe que no estuvo esa noche en ningún supermercado robando, sino con su familia", agregó Roberto, su compañero y amigo apodado "El Chavo".

Ayer, a una semana del entierro de Luciano, su familia quiso contar su versión, en el mismo lugar donde aseguran que lo mataron. Lorena, su hermana, vive con su marido y tres hijos en la cortada Catalina Mano 5340 (avenida del Rosario al 3700), en una modesta casa de clase media, donde aún se toma mate en la puerta. Tienen Pelopincho, cocina equipada y un televisor importante frente al que el jueves de la semana pasada toda la familia y Luciano se sentaron a ver el final del programa de Tinelli. "Empezamos a escuchar el ruido de muchas motos, corridas y gritos y salimos con mi hermano y mis hijos y los vecinos nos dijeron que había gente preparándose para ir a los chinos. Hay uno a tres cuadras de acá; otro, a seis y uno más a ocho. Nos fuimos a la esquina a ver qué pasaba, estaba oscuro, creo que había unas cien personas. Algunos quemaban cosas arriba, en Circunvalación. De golpe, a unos cien metros, paró un vehículo, la gente gritaba que venía Gendarmería. No sé si era un patrulllero o qué. Un hombre empezó a disparar. Qué horrible: se suponía que yo debía cuidar de mis hijos y mi hermano menor", dice Lorena lagrimeando.

La mujer vio a Luciano caer y temblar en posición fetal, lleno de sangre. Corrió a su casa a llamar por teléfono a su mamá. "Lo hirieron al Lu", le dijo. En tanto, Jonathan, el hijo de Lorena, cargó a su tío en el auto de un vecino. Lo llevaron al hospital: allí les informaron que llegó muerto; allí su sobrino se puso como «loco» de la bronca.

A Luciano lo velaron en la casa de su mamá y lo enterraron en La Piedad gracias a una colecta de los vecinos. Dos versiones de una misma tragedia.

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