Saturday, December 15, 2012

0 XIII.- El Refugio del Bosque

se despertó por la mañana, nervioso y sentía la necesidad de ponerse a investigar sobre Alcander, y sobre quienes eran Perus y Zura, y que querían de él. Llevaba la bayoneta en su mano, aunque sin calar, había dormido abrazado a ella por precaución. Algo le decía dentro de él que se asomase por la ventana, antes de hacerlo cogió un mendrugo de pan que había encima de una mesa, no sabía desde cuando estaba allí, pero estaba bastante duro. Luego se asomó por la ventana, se aseguró de que Perus y Zura no estaban cerca, aunque por allí pasaba Alcander, con gesto despistado. Naslam le apuntó a la cabeza, y tuvo un mal presentimiento, algo similar a aquella vez en la que disparó una flecha a Antonio y perdió a un gran compañero.Aunque esta vez estaba seguro de estar apuntando a un enemigo. O quizás hubiera cambiado, al fin y al cabo lo único que sabía de él era que después de aquel enfrentamiento en el pasado era que había vuelto a estar por allí y que se llevaba bien con un vecino suyo. Esta vez decidió confiar en aquel presentimiento, pero decidió seguirlo cuidadosamente. Esperó a que torciese la esquina y después salió corriendo con el pan aun en la mano para comérselo por el camino y la bayoneta en bandolera. Se aseguró de que Perus no miraba y corrió a comenzar a seguirlo con cuidado. La calle estaba mojada por la lluvia del día anterior y hacía frío, aunque no llovía. Fue detrás de él a una distancia prudente y siempre detrás de algo tras lo que ocultarse rápidamente si se giraba. Salió por la puerta y se dirigió al bosque. Naslam pensó que no iría a hacer nada interesante y decidió darse la vuelta. Entonces aquella sensación de cuando estuvo a punto de dispararle volvió, esta vez le pedía que le siguiese. Vio que su objetivo comenzó a volverse para mirar hacia detrás cada vez con más frecuencia, como si se hubiera dado cuenta de que le observaban o fuese a hacer algo que no quería que nadie viese. Fuera el caso que fuera, tenía que esconderse.
Le siguió escondido por el bosque durante un buen rato, hasta que vio a alguien más que supuso que iba a reunirse con él. Se fijó en aquella persona pero estaba demasiado lejos para verla bien. Quizás tuviese algo que ver con Antlor y sus seguidores, quizás fuese un seguidor suyo, aunque el bastión que vio unos días antes que estaban construyendo estaba bastante lejos de allí. Continuó acercándose pendiente de los dos, hasta que estuvo a sólo unos metros del segundo, estaba de espaldas por lo que no pudo verle la cara. Allí esperó hasta que Alcander llegó.
-¿Te ha seguido alguien?
-No, o eso espero.
-Bien, ten en cuenta que alguien de tu tamaño es fácil de seguir.
-Lo he tenido en cuenta, y si alguien me ha seguido lo ha echo muy bien.
-Que sabrás tu de como se sigue bien a alguien. Ahora ven y ten cuidado de que no nos vea nadie
Aquella voz le sonaba de algo, pero no reconoció verdaderamente a aquel hombre misterioso hasta que se puso en pie y se giró. Nafivi también estaba metido en aquello. Los siguió incluso con más cautela que antes hasta un refugio bajo un árbol caído al que se accedía por una trampilla, oculta por la alfombra de hojas otoñales. Nafivi abrió la trampilla y dejó entrar a Alcander, detrás entró él, no sin antes echar un último vistazo a su alrededor para asegurarse de que nadie los vigilaba.
Naslam pensó si volver a su casa para volver otro día a investigar o esperar a que saliesen. Podían pasar horas allí metidos planeando lo que estuviesen planeando, pero tenía pensado cumplir con aquel "pacto" que hizo con Falenda de visitar a Antlor hace diez días aunque Falenda ya hubiese muerte, la cita era en cuatro días, y por tanto el tiempo corría en su contra. No tuvo tiempo de tomar firmemente la decisión. De repente vio salir a dos seguidores de Antlor de entre unos arbustos corriendo hacia la trampilla, el primero de ellos llevaba una espada y el otro un arco sin tensar. Iban decididos a entrar. Naslam cogió su bayoneta, la caló y apuntó al arquero. Salió corriendo a por ellos y cuando lo miraron, disparó al arquero, justo después le clavó la bayoneta al otro antes de que tuviesen tiempo de hacer nada. Vio abrirse la trampilla y corrió a esconderse, tarde. Nafivi se dio cuenta y lo llamó, Naslam intentó disimular, pero Nafivi insistió en que se acercase. Tuvo que haber reconocido el sonido de la bayoneta, y Naslam se acercó apuntándole.
-¿Nos has seguido?. Preguntó Nafivi
-No, solo pasaba por aquí cuando me encontré con estos dos y les ataqué, luego apareciste tu. ¿Qué es este escondite ¿cuándo lo habéis... has construido?
-Pasa, tenemos cosas que contarte.
Naslam se acercó, cauteloso.
Dentro estaba Alcander, sentado en una silla y había otras dos, una para Nafivi y la otra supuso que era para él, así que se sentó. Sin comprender aun qué sucedía. Por dentro el refugio era más grande de lo que parecía desde el exterior.
Nafivi le presentó a Alcander, que no parecía recordar a Naslam, y Naslam intentó disimular que él tampoco lo había visto en la vida. Nafivi le dijo que era un viejo amigo al que no había visto desde antes de matar al rey, pero que había vivido allí desde que llegó del Norte de la Península de Dovadalia (aprovecho para recordar que todo esto sucede en el sur de esta provincia) siendo un niño. Llegó más o menos a la vez que Jaim y Aldín, a los que Naslam ya conocía, pero no estaban allí. También le habló de un tal Perus y su hermana, Zura, que vivía muy cerca de ellos...
Nafivi dijo que ahora todos ellos estaban dispuestos a dejar de ser cazadores para ser mercenarios, si se unían todos, todos estarían mejor que cazando cada uno por libre.

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